Te doy la bienvenida a este cuaderno de ruta, con el que busco generar reflexiones sobre acontecimientos que pasan en el día a día; sucesos que nos hagan replantearnos nuestro actuar, nuestro modo de vida y sus consecuencias a nivel global. Seamos responsables con cada acto cotidiano y generemos una transformación para alcanzar una vida plena.

“Para ser parte de la solución tienes antes que admitir que eres parte del problema”

Stephen Covey

domingo, 24 de octubre de 2010

LA MINA DEL RENACER

El mundo entero pudo leer: “Estamos bien, en el refugio los 33”, aunque ya habían pasado 17 días desde el derrumbe de la mina de Copiapó, en la que los mineros se habían organizado de tal manera que cada uno tenía una ración de alimento y agua apenas suficientes para continuar. Una situación límite, donde estaba en juego la supervivencia generó un replanteamiento y una revisión de prioridades. Fue en ese momento cuando cayó el velo que les impedía ver los pequeños detalles que dan sentido a la existencia. El abrazo de un hijo, la sonrisa cómplice de un amigo, una caricia no esperada.  El amor, en todo el sentido de la palabra, logró que los mineros chilenos decidieran sobrevivir; amor por la vida, amor por sus familias, amor por sus compañeros.
Fue así como una jornada de trabajo cotidiana, en la que normalmente se piensa en cumplir con un objetivo, sin ser consciente de que se vive en cada segundo, se convirtió en  el punto de partida para generar una transformación. Un derrumbe que pudo provocar un desmoronamiento en sus estados de ánimo que los llevara a darse por vencidos, les hizo darse cuenta de su fragilidad ante la fuerza de la naturaleza, a comprender el valor de cada uno, de la importancia de estar unidos y expresarlo en un escenario en que las posibilidades de sobrevivir eran bastante remotas.
Sabían que en cualquier momento podía faltar el oxígeno, soportaban un 80 por ciento de humedad y 30 grados de temperatura, aun así trabajaron en equipo para alcanzar la tan anhelada “libertad”, a partir de los recursos con que contaban y demostrando la importancia de complementar las habilidades de cada cual, actitudes ejemplares para bien vivir en sociedad. Gracias a ello se apoyaron unos a otros en los momentos de angustia, que seguramente no fueron pocos, unos con golpes de humor, otros con cápsulas de espiritualidad, es decir, todos ocupándose del bienestar común.
La depresión y el escepticismo quisieron hacer mella en el grupo ante el terror de lo que estaba ocurriendo, pero decidieron convencerse de que podían lograrlo llenos de fortaleza. La ayuda llegó. Desde la superficie taladrarían miles de toneladas de rocas que caerían por el agujero de rescate, pero de ellos dependía retirarlas rápidamente para no quedar atrapados de nuevo. Decidieron no abandonarse a la angustia, a la tristeza, a ser enterrados por las circunstancias, aprovecharon sus fuerzas para acercarse cada día un poco más a la superficie, no importaba que estuvieran a 700 metros de profundidad, habían elegido salir victoriosos de esta experiencia y 70 días después la tierra los parió uno a uno, permitiéndoles un re-nacer lleno de nuevas posibilidades y recompensas, producto de su esfuerzo y tenacidad.

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